Tour de libros: En casa con Stephen King

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No temas, el Rey de los sustos es un guía turístico amistoso con su biblioteca personal

BANGOR, Maine – No era posible llegar solo a esta ciudad al anochecer de una tranquila noche de verano, sabiendo que estaba allí para conocer a Stephen King, y no sentir un poco de miedo. O mucho.

Pero el sol que disipó el miedo al día siguiente fue seguido por un King muy amable que me recibió en la biblioteca de la planta baja de su antigua casa, que ahora es la Stephen & Tabitha King Foundation (esta fundación sin ánimo de lucro concede subvenciones a proyectos que abordan las causas y consecuencias de los «problemas sociales y medioambientales» de las comunidades de Maine. Me reuní con King antes del tiroteo masivo del 25 de octubre en Lewiston, Maine, que impulsó a King a pronunciarse en múltiples foros públicos contra nuestra cultura de violencia con armas).

«La casa lleva aquí desde 1845; nosotros, desde 1976», dijo. «Pero en realidad ya no vivimos aquí, y es una especie de cápsula del tiempo. Lo importante a saber de esta habitación es que aquí se reunían los niños cuando eran adolescentes, y todos sus amigos. Aquí jugaban a los video juegos».

La larga sala está cubierta a cada lado con libros muy bien ordenados: ficción a lo largo de una pared, en orden alfabético por autor, y no-ficción en la otra, agrupados por temas. Mientras King, de 76 años, recorría la biblioteca conmigo, había varias personas cerca: miembros de su equipo editorial, amigos del lugar, administradores de la fundación. Sus relaciones con todos los presentes son desde hace mucho tiempo, y los reunidos parecían más una cálida familia reunida que una comitiva.

Varios volúmenes de las cartas de H.P. Lovecraft, publicadas por Arkham House, son parte de la colección personal de Stephen King

Ficción extraña

Varias estanterías están ocupadas por series temáticas de libros, muchos de ellos regalos a King de su esposa desde hace más de 50 años, Tabitha, cuya propia colección también está aquí. Más de una vez, mientras hablábamos, King hizo una pausa para decir: «Ojalá Tabby estuviera aquí». Uno de esos regalos fue una colección de Arkham House, una editorial de «weird fiction» con sede en Wisconsin fundada en 1939, cuyos libros significaron mucho para King cuando era un joven lector. «Crecí con esta gente», dijo. «Todos se publicaron como pulps en aquella época. Muchos de ellos pagaban un centavo la palabra o algo así, así que «los gastaron» (término intraducible para baseball). y hay una gran variedad. Los originales tenían una tirada de mil ejemplares o algo así, no era mucho. Estas son reimpresiones».

«‘A Thousand Years a Minute,’, de Carl H. Claudy», dijo King, entonando el título del libro con simulado asombro infantil. «1933. Trata de volver al pasado y luchar contra dinosaurios y ese tipo de cosas. El ‘Jurassic Park’ de su época».

“El ‘Jurassic Park’ de su época» de acuerdo a King.

Una colección de relatos de Robert Bloch, que una vez le dijo a King: «No dejes que los editores te coman».

«Pleasant Dreams», una colección de relatos cortos del escritor de terror y fantasía Robert Bloch (1917-1994), recordó a King una larga conversación que mantuvo una vez con el escritor en una convención. «Probablemente fue alrededor de 1982, así que yo había hecho ‘Carrie’ y ‘Salem’s Lot’ y algunas de las otras, pero no mucho», dijo. Bloch le dijo: «Tienes un gran futuro por delante; no dejes que los editores te devoren».

Richard Matheson, autor de «Soy leyenda» y de muchas otras obras, dio a King un consejo aún más concreto, después de que éste le enviara un ejemplar de «Salem’s Lot». «Él solía escribir a máquina en unos pequeños cuadernos espiralados, y me envió una carta en una de esas hojas», dijo King. «Me dio las gracias por el libro y al final me dijo: ‘Voy a decirte lo más importante que sé sobre la escritura’. Y pensé: ‘Dios mío, esto sí que me va a servir de algo’. Le di la vuelta y decía: «Consigue un atril». Así no tienes que girar la cabeza una y otra vez hacia la página, porque era en la época en que se escribían las cosas a máquina». ¿Siguió el consejo y se compró uno? «No, nunca lo hice. Y tampoco tuve nunca problemas con mi cuello».

Burroughs, sujeta al Tarzán

A varios metros en una estantería, también regalo de Tabitha, había libros de Edgar Rice Burroughs.

«‘Piratas de Venus’ y los de Pellucidar: ‘At the Earth’s Core’ y cosas así. Me encantaban», dice King. «Nunca me gustaron mucho los libros de Tarzán, todas esas cosas de la jungla. Nunca creí eso de columpiarse en lianas y hablar con los simios y esas cosas».

King con su colección de «Tales From the Crypt». «Estos me trastornaban de niño», dijo.

La «Cripta» y Cormac

King sacó de la estantería una colección de «Tales From the Crypt», recitó solemnemente su título y soltó una caricaturesca carcajada maligna. «Me trastornaban de niño», dijo. «Tenía 10 u 11 años. A mi tía le preocupaban; a mi madre, no. Costaban unos cinco centavos cada uno. No tenían las tapas puestas. En aquella época, las arrancaban y las devolvían para tener crédito a cuenta. Se suponía que debían hacerlos pulpa, pero en cierto modo ganaban el doble de dinero».

Señaló que, como muchos de los libros de su biblioteca, los ejemplares de la «Crypt» eran reimpresiones. «No soy coleccionista», afirma. «Tengo algunos libros firmados, pero no están en un lugar especial. No son posesiones preciadas ni nada por el estilo. Tengo un ‘Look Homeward, Angel’, firmado por Thomas Wolfe, y ‘They Shoot Horses, Don’t They?’, de Horace McCoy. Y me encantan esas cosas, y es bonito tener un libro firmado, pero…».

Más tarde, nos encontramos con una primera edición firmada de la segunda novela de Cormac McCarthy, «Outer Dark», publicada en 1968. «Me encanta Cormac McCarthy», dijo. Al preguntarle si lo conocía, King respondió: «No. Es decir, no conocía a Cormac McCarthy, pero he leído todo lo suyo. Leí ‘El pasajero’ y pensé: este tipo tiene 87 u 88 años y es tan bueno como siempre. Me dejó alucinado. Quiero decir, no entendí todo. Me causó tal impresión que escribí una historia llamada «Los soñadores» que va a estar en un nuevo libro. Y está dedicado a él porque le robé su estilo para esa historia; hizo posible la historia».

«Empecé a leer a Ed McBain cuando tenía probablemente 11 o 12 años», dijo King. «Me dije a mí mismo: Esto no son los Hardy Boys».

Después de los Hardy Boys

«Empecé a leer a Ed McBain cuando tenía probablemente 11 o 12 años», dijo King, mirando su hilera de varias novelas del prolífico autor de policiales. «Pasaba el bibliobús. Vivíamos en el campo. Lo primero que recuerdo es que estaba leyendo uno de estos libros y [los detectives] Carella y Kling fueron a interrogar a una mujer sobre un crimen. Ella está sentada en su slip, está borracha, se agarra el pecho, aprieta y dice: ‘En el ojo, cana’. Y pensé para mis adentros: Esto no son los Hardy Boys ¿ok? Me impresionó. Parecía más real».

El árbol genealógico

Dos estantes completos de estantes verticlaes están completos com libros del propio King y aquellos de su familia. Tabitha y los dos hijos de la pareja, Owen y Joe (que escribe como Joe Hill), han publicado varias novelas cada uno. La hija de King, Naomi, es ministra (religiosa). Cuando se le pidió que examinara esas estanterías centradas en King, el autor empezó inmediatamente a señalar la obra de los miembros de su familia. «Los libros de Joe están aquí, los de Tab allá arriba», señaló. «¿Dónde están los de Owen? Aquí está su libro ‘The Curator’. ‘Save Yourself’, ese es el libro de Kelly. Kelly [Braffet] es la mujer de Owen; es estupenda».

A pesar del gran número de sus propios libros en las estanterías, King no hablaba de ellos.

Dijo que los libros de la familia habían sido curados y colocados en las estanterías por alguien que trabaja para él, alguien que está «más o menos interesado en mi, ¿cómo lo llamarías, mi…?». ¿»Legado»? ofrecí. «Legado, tal vez eso», dijo.

Unos minutos después, le pregunté si él mismo consideraba su legado. «No pienso mucho en el legado», dijo. «No entiendo por qué tendría que haber uno. Cuando eres un novelista popular, no me malinterpretes, hago mi trabajo lo mejor que puedo y siempre intento encontrar algo que decir. Si no contás algo que te interese, ¿para qué molestarse?

«Hay muy pocos novelistas populares que tengan una vida después de la muerte. Agatha Christie, por ejemplo. No puedo pensar en nadie más que sea un novelista popular, en realidad. Gente como John D. MacDonald, que fue un novelista terriblemente popular en su época, pero cuando murió, sus libros desaparecieron de las estanterías. En última instancia, eran desechables. Creo que un par de novelas de terror pueden durar. Puede que se lean dentro de 50 o 100 años, «El resplandor», «Salem’s Lot» e «It». Si preguntas a la gente: «¿Qué vampiro conoces?», te dirán: «Drácula». «Bien, ¿quién inventó a Drácula?» «No lo sé. Así que, dentro de 50 o 100 años, la gente dirá: ‘Oh, Pennywise, el payaso. Sí, claro’. ¿Quién es Stephen King? No lo sabrán».

Epopeyas y libros de tapa dura

Señalando las estanterías de ficción, King dijo: «Esto es todo lo que he leído o lo que ha leído Tabby. Son todos libros leídos y queridos. No podemos tirar un libro, ninguno de nosotros puede».

Aunque se describió a sí mismo como un lector no muy rápido, se detuvo a recomendar algunos libros que consumen bastante tiempo, incluyendo la épica «The Forsyte Saga» de John Galsworthy («Lo escuché y lo leí en mi iPad porque la letra es demasiado pequeña para mí ahora») y los 12 volúmenes de «A Dance to the Music of Time» de Anthony Powell.

«La saga de los Forsyte», de John Galsworthy, es una de las muchas ediciones en tapa dura de la biblioteca de King.


Comenté que todos los libros de ficción -o casi todos- eran de tapa dura. King dijo que era para compensar el no haberlos tenido de niño. «Cuando era niño y era pobre», dijo King, «la idea de que ¿podrías comprar un libro de tapa dura por el astronómico precio de 6 dólares, cuando podías conseguir uno de bolsillo por 35 centavos? No». El primer libro de tapa dura que compró, cuando estaba en la universidad, fue «Death of a President», de William Manchester, sobre el asesinato de Kennedy, el cual se lo regaló a su madre por su cumpleaños.

Hacia el final de mi visita, King sacó con entusiasmo una última exposición de las estanterías: «Este es un libro interesante: Dan Simmons, ‘Los vampiros de la mente’. Es largo, muy largo. Es uno de los pocos libros que ha leído toda mi familia. Me lo dedicó a mí, después de que me atropellara una camioneta. Es un libro sobre gente que sufre accidentes estúpidos». En este punto, King se volvió hacia la sala y preguntó en voz alta: «¿Ya nos estamos divirtiendo?»

King hojeando «Knowing Darkness», un libro de gran tamaño que contiene obras de arte asociadas a su ficción e inspiradas en ella.


Pronto todos los presentes se reunieron en torno a un ejemplar de «Knowing Darkness: Artists Inspired by Stephen King». Sería difícil exagerar las dimensiones de este libro de gran tamaño y edición limitada, que estaba sobre una mesa en un extremo de la sala y parecía más bien un mueble más. «Ni siquiera voy a intentar levantarlo», dijo King. Sus páginas incluían al menos un toque juguetón: una ilustración del rostro de King en una portada romántica clásicamente cursi para la novela «Misery’s Return», una obra imaginada que desempeña un papel en «Misery» de King.

Pero, por lo demás, «Knowing Darkness» estaba repleta de imágenes más oscuras que han adornado su obra. Después de mirarlo un rato, King dijo con fingida inocencia: «Debo de tener la mente un poco retorcida». Hubo risas por todos lados.

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